Hace algunos años, mientras caminaba a solas por alguna calle de la ciudad, toda la gente huyendo de la lluvia y yo buscándola pero ella no parecía quererme mojar.
Y esto es completamente anecdótico, incluso pasa por mi memoria (triste memoria) el recuerdo de la canción que escuchaba en ese momento. El momento en el que iba mirando mis zapatos pisar charcas de agua y de pronto me cruzo con los zapatos de un extraño pisando también las charcas de agua.
No quise ni mirarte al rostro aquella vez, solo sonreí, escuché una especie de risa, que ahora sé que era tuya, una risa muy masculina pero a la vez muy infantil, una mezcla exacta de la contradicción que mi certeza necesitaba.
Porque al final es eso.
No eres otra cosa que la contradicción necesaria en mis días, ese punto donde digo "ya no" y sigo, "no me interesa" y gasto mi pensamiento en eso, "no me importa" y cosquillea coquetamente mis lagrimales.
Antes de que te encontrara, ese día caminando alegremente bajo la llovizna, que ahora recuerdo era una tormenta... (con razón todos corrían) mis días eran de certeza: la certeza de un desamor, la certeza de querer volver el tiempo y remediar errores irremediables, la certeza de mi mundo, la certeza de la moral... todo tenía un perfecto y claro sentido, hasta las coincidencias (pero no hay coincidencias ciertamente). Y entonces ese día, increíble y casualmente me encuentro a este extraño (ese eres tu) que pisoteaba charcas de agua conmigo, con una completa extraña ¿o no? a este punto no sé si en verdad me desconocías o solo jugabas "adivina quién".
Te explico que las charcas yo las pisaba para despertar a las hadas que duermen en las gotas de lluvia pero que reposan en las charcas, sin embargo veo que en ti hay algo más. Tu pisabas las charcas no para despertarlas, para aplastarlas, con mano de hierro te regodeabas en sentirte un titan, un dios, superior a esas pequeñas y frágiles criaturas, pero lo suficientemente noble para no asesinarlas.
Estoy divagando...
Es que cada detalle de aquel primer encuentro, ahora que ha pasado el tiempo, parece algo sumamente poético ¿No te parece?
Después de ese encuentro no debí verte jamás. Pero si hubiera hecho caso a la ley que dicta que si te volvía a ver se arruinaría la belleza del momento efímero (regla que yo inventé) quizá me hubiera perdido de tu rostro, de tu mirada, de ese perfume que cuando camino en algún lado siempre me persigue y acosa mi nariz, me perdería de tus abrazos, me perdería de tus poesías; de tus risas y de tus encantos, de la intimidad que creamos.
Pero también me perdería este motivo de llanto.
Tal vez exagero. Tal vez ese momento que te narro con tanto esmero fue solamente un momento de perplejidad en la calle por ir distraída mirándome los zapatos en vez de mirar el camino. Probablemente tu solo viste en mí alguien con quien pasar el rato en lo que llegaba el asunto real... (The real deal)
Quizá no notaste después del paso de los años mi delicada estructura mental y emocional, que se quiebra con cualquier soplo y por eso la tengo resguardada de las manos inexpertas.
Posiblemente tampoco notaste que a pesar de cambiar de perfume siempre es uno suave (a pesar de mi dureza al hablar), tampoco habrás notado que me he transformado el cascarón varias veces y cada vez me parezco más a eso que no dices que te gusta pero sé que así es. No habrás notado tampoco que mi mirada se pone un poco gris cuando me dices "ya me voy" o que cuando brilla es porque acabas de llegar.
Me pregunto si te diste cuenta de que tengo un reloj de arena, un árbol y muchas cosas alrededor mío que me podrían hacer interesante pero interesante ya era y por eso las conseguí.
Creo que te extraño más de la cuenta. Y la verdad es que no sé ni porqué, pero sucede que cuando dicen "Rayuela" o "Cortázar" lo primero que pienso es en ti, igual cuando llueve aparece tu rostro de la nada, cuando voy a ese viejo lugar a donde solíamos ir a leer pienso en ti, también en demasiados puntos muertos de la ciudad. Es una pesadilla.
En este momento me desquicia tu existencia chiclosa que se embarra en mis recuerdos con forma de enamoramiento y ¡¡¡no-se-quie-re-ir!!!.
Un hombre clavado en el vientre. Pero ahora más parece una rama muerta en un árbol, que solo consume agua pero no produce follaje.
Verborrea. Lo sé escribí demasiado y quizá lo hice a propósito para que no te dieran ganas de leer, no lo sé. Pero te puedo preguntar acaso ¿Dónde estás?
A ti, que te fuiste y no haz vuelto.
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