Amo su sencillez, la simpleza de sus actos y la belleza de sus palabras.
La calidez de su tacto y su trato, tan gentiles que el sol y las Flores revientan de envidia.
Amo sentirme ignorante a su lado, encontrar esos recovecos de desconocimiento.
Amo reír a carcajadas nerviosas y luego sellarlo con un beso.
Amo su paz, mi tranquilidad, nuestros momentos de serenidad.
Amo sus silencios y palabras, las lecciones sin habla.
Amo sentir que es la lluvia y que yo soy un incendio, esa loca diferencia y hermosa complementariedad.
Amo que seamos el rayo y el claro de Luna en una misma noche.
Amo desde en más discreto hasta el más obsceno roce de nuestros cuerpos. Las miradas furtivas, las palabras secretas, cualquier beso y cualquier caricia que nace de nosotros dos.
Amo ser su paloma y que sea mi gorrión, amo su voz por las mañanas al despertar y el arrullo de su respiración al anochecer.
Amo que sea mi certeza en medio de la locura del mundo, y mi brújula en medio del desierto.
Finalmente, amo todo su ser. Todo aquello que pueda o no ver en él.
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