Ayer en un día cotidiano, de esos donde salgo a los bancos a pedir prestado porque mi salario es más tercermundista que mi país, mientras esperaba al guapo gerente del banco miré las pantallas que anunciaban diferentes refranes bellos de la cultura popular mexicana.
Mi atención fue capturada porque todos ellos iban en función al día de muertos, hasta que leo una que es la que me trae acá: "Hay dos cosas que uno no elige, la fecha en que morirá ni de quién se enamora"
Suena coherente...
Llevo bastante tiempo pensando: tu no, tu sí, tu ahorita, tu ya no. "Decidiendo libremente"
Semejante payasada de creérmela que elijo consciente y voluntariamente de quién enamorarme, y no soy la única persona, he visto muchos de nuestra especie de los que creen que eligen (inocentes palomitas 24/7) hasta los motivos (y apellidos) de quién se enamoran y con quienes se emparejan.
Después de pelearme con esa entidad desconocida en mí que simplemente toma un rostro y lo bautiza con un "te deseo", al fin hicimos las paces ¿o quizá deba decir que al fin decidí someterme a su irrevocable imperio?
Me rindo, y sugiero que hagas lo mismo, amar es más fuerte que uno y los motivos son mucho más convincentes que el ingenuo deseo de poseer "libertad".
Esa tiranía totalitaria y monárquica del amor es abrumadora, es el gran titiritero detrás de muchos de mis movimientos. Solía decir que era el motivador de mi estupidez, pero la estupidez adviene cuando trato de nadar contra su corriente. NO-SE-PUE-DE.
Así que, ¡Qué demonios! ¡Viva la vida!... anoche te llamé, anoche te dije cuánto me importas, anoche dibujé tu silueta en el aire con mis recuerdos y reía a carcajadas de alegría, anoche me sentí libre sometiéndome al tirano. Anoche fue luna llena y alcé el vuelo, desde mi ventana hasta tu casa, la luz de luna entra bella y suavemente por tu cama.
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