Estoy harta.
No me gusta.
No me gusta que me uses como un pañuelo, que ensucias y después intentas lavar, después de dejar la mancha, para volverlo a usar.
Cada vez se deteriora más...
A veces, se rompe.
A veces, se deshilacha.
Pero aún te sirve, ¿No?
Me estresa ese enfermizo estira y afloja, ese engranaje que truena en mi cabeza, taladrandome; hace rechinar mis molares.
No me gusta sentirme traidora, o cobarde.
Al mismo tiempo que no me gusta sentirme vulnerable.
Mantenerme firme, como una torre; lo detesto, como si nada debiera derrumbarme.
¿Por qué he de llorar a escondidas?
¿Por qué he de tragar mis sentimientos?
¿Por qué tengo que jugar, al mismo tiempo, a ser la débil, la que necesita, cuando todo lo que necesito para ser feliz está en mi?
No me gusta ignorarme, sentirme pequeña...
¡Soy grande! ¿Por qué no puedo decirlo con la seguridad debida?...
Ahora bien... ¿Por qué es que lloro? ¿Por qué es tan complicado?...
... ¿Es acaso que no sufro de amor por él, sino por temor a mi?
NO SÉ QUIEN SOY.
... ¿Eso es posible?
Demonios, qué confusión... Buscando una salida entré a un laberinto más, dentro de mi mar de sentires y pensares.
No me gusta, no me gusta.
Ya no te siento conmigo, ya no siento que te importe.
... Y me siento sola... A la deriva...
¿Por qué?
¿Por qué le doy tanta importancia a una piedra en mi zapato?
... Se me está enterrando...
No me gusta... No me gusta nada...
Quiero escapar... Quiero volar... Quiero hundirme en el mar y nadar....
Quiero... Quiero...
¡Quiero saber quien soy!