Casi como un testamento, y digo que no me escucharás decir, porque no sólo no pienso enunciarlas sino que aún si lo hiciera no las escucharías, no les encontrarías sentido, no en tu mundo de simplicidad y banalidad.
No me escucharás de nuevo decirte que te quiero, mucho menos que te amo, no sabrás cuánto es que yo me enamoré de tí, ni toda la fe que tenía en lo nuestro. Justo ahora pienso, ¿en qué cajón debería poner todo lo que me dijiste?... en las falacias, en los engaños, los autoengaños, en lo verídico... ¿Dónde?
No entiendo, cómo puede alguien sostener una mentira tanto tiempo, ni entiendo para qué.
Estoy aquí, en el hogar que juntos alguna vez construímos, mirando las fotos, recreando los recuerdos, ahora todo parece tan vacío.
Y ese vacío es un vacío de sentido, porque si al menos antes podía aferrarme a la certeza del adiós, al sentimiento de desprecio entre nosotros por los pleitos, hoy ya no se siente nada... hoy que me enteré que lo nuestro nunca existió mas que en mi fantasías, mis deseos... Cuando estábamos juntos no hacíamos el amor, teníamos sexo; cuando salíamos a pasear quizá solo fue por hacer algo en ratos libres, cuando me besabas era pensar en la próxima cogida o en la anterior con alguna nueva tipa.
O quizá funcionas como Tomás y yo como Teresa, los pensonajes de Milán Kundera...
No lo creo, sería elevarnos casi a lo poético, pero entre nosotros todo siempre estuvo muerto...
No podría explicarte con palabras ni siquiera con hechos, con nada, todo lo que llegaste a representar para mí, y ahora todo queda en nada, todo queda en un engaño perpetrado durante años...No siento rabia, ni dolor, no siento alegría, no siento nada...
Quizá perdí la capacidad de amar, de sonreír enamorada, quizá ya para dar no tengo absolutamente nada, y todo por... por algo tan simple...
P.D.
Espero la próxima vez no digas te amo para conseguir una buena cogida...
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"N", me engañaste, arteramente me engañaste. Tres años de mi vida amándote sin freno alguno, tres años de mi vida pensando que tú eras el indicado para mí. Aún después de esos tres años, dos años de torturarme por tu ausencia, de pensar que mi vida se iba de mi cuerpo cada día tras cada respiro en que sabía que estarías con otra y no para mi. Tanto tiempo, vivencias, tantas mentiras. Creérmela que cuando estabas ahí conmigo en las dificultades no era por una cogida sino porque me querías. Creo que esto sólo confirma lo que toda mi vida había pensado y el principio por el cual desde niña me regía: No hay príncipes, ni cuentos de hadas, no hay personas felices, no hay amor sino en tarjetas del 14 de febrero, sólo existen huecos...
Pero volver a pensar así cuando viví en la ilusión de creer en el amor, es el peor castigo, arde en las entrañas saber que el amor para mí duró lo mismo que un sueño e igual que al sueño, mientras lo experimenté creí que era real. Cada mañana que despierto pienso, soñé, por ese instante esa fue mi realidad, pero estoy conciente y despierta, ahora esta es mi realidad, y esta es la que dura más. Lo otro es ilusorio.
La misma cosa para mí es el amor, un vil sueño, una realidad delirante que no dura nada, porque no es real.
El amor no es real.