Hacía mi maleta para emigrar porque soy de una especie de animal extraño que emigra hacia gélidas costas cada cambio de estación.
Vivo en un pequeño y desordenado departamento que raya en lo sucio, acá tirar un libro al suelo parece desastre natural... Y ha cambiado el clima, comienza a hacer calor y la nieve se derrite, salgo y ya arde en los ojos la luz del sol (por eso la cortina siempre está cerrada).
En la maleta no cabe todo, se aproxima Enero y debo viajar al norte. No caben los libros, no caben muchas prendas, no caben fotos ni recuerdos... Sólo lo necesario, la canadiense, el hoodie, los zapatos, una gran foto de ese beso, un collar con el dije en forma de tu alma, Rayuela, imposible viajar sin Rayuela... el lipstick, y ya nada más. Pero claro, el corazón abarca bastante más espacio.
Equipada la maleta emprendo el viaje, abordo el tren a las 14:45, con destino al trópico de Cáncer...
¿Acaso la gente nunca ha visto personas con los ojos maquillados en negro? ¿O será que la nostalgia me palidece el rostro al color hueso?
Sólo una mochila para viajar, cambiar de país en tren... y es que esa mochila tiene más trucos dentro que cualquier sobrero de copa. El frío hace palpitar el corazón más lento y el hedor que despide la carne viva dentro de la maleta deja de hacer acto de presencia, acaso encenderé un cigarro para espantar el aroma ese...
Y bien, he aquí la mirada de un extraño, uno de tantos que se fascinan por lo decadente, una mujer sola fumando un cigarro con cara de muerte y cabellos largos bien peinados. Andá extraño, te invito un café y te reto a soportarme como espejo.
Nos vamos a la cama y al final a tirarlo de aquí con todo y condón como si el incidente no hubiese ocurrido.
De nuevo repetimos la escena de la soledad, la mujer demacrada, el corazón en la bagpack, la foto de un recuerdo y el cigarro encendido, la misma vacuidad.
El tren se detiene, ya es Enero, ya estamos en el trópico, ya son la 14:45... La mujer ya no está demacrada, sale del tren entera, sonriente y sonrosada, sin ningún pestilente cigarro y camina alegre tarareando canciones. El corazón congelado y renovado.
Ahí está el secreto, de porqué me mantengo, y porqué desaparezco siempre en Enero.
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